LEYES EN SEGURIDAD EN CONTRA TERREMOTOS (II).

LEYES EN SEGURIDAD EN CONTRA TERREMOTOS (II).
En el año de 1999 se elaboró el proyecto RADIUS, que se hizo en Guayaquil, el cual puso a la orden un completo estudio del riesgo sísmico en esta ciudad y estableció, entre otros puntos, un plan de acción para reducirlo.

Guayaquil es una de las tres zonas del país sensibles ante movimientos telúricos (junto a Quito y Esmeraldas), situación que le ha impuesto la necesidad de prepararse en cómo actuar en caso de catástrofes causadas por un terremoto.
Para reducir el riesgo sísmico, la ciudad cuenta con un manual de diseño sismo resistente de estructuras y un estudio del comportamiento dinámico del subsuelo y la microzonificación sísmica. Estos, contratados por el Municipio local.
La Norma Ecuatoriana de la Construcción (NEC) y un manual práctico para la caracterización geológica, geotécnica y sísmica de Guayaquil, son las contribuciones del Estado para prevenir daños sísmicos.
Guayaquil tiene una red de acelerógrafos instalados en distintos sectores urbanos permite registrar los movimientos del suelo durante los sismos. Estos dispositivos miden la aceleración del suelo, dato que está asociado al nivel de daño que puede causar en las estructuras.
¿Es suficiente esto en Guayaquil, una ciudad vulnerable a los sismos? Dos expertos analizan la situación y responden:
Jaime Argudo, catedrático y especialista en ingeniería sísmica dice: “La vulnerabilidad existente solo se puede combatir en el mediano y largo plazo con proyectos de prevención sísmica, no solo con actividad de perfeccionamiento de las respuestas”.
El experto, quien fue responsable científico de ese proyecto que creó la ONU, recomienda la ejecución de un proyecto de renovación urbana, que implica la demolición de alrededor de 1.000 inmuebles vetustos y altamente vulnerables, ubicados en el centro y una parte del suburbio oeste de la ciudad, así como la reubicación de sus ocupantes en un programa inmobiliario de tipo social.
También ve prioritario actuar en planes de reforzamiento, previa una evaluación estructural de edificaciones que, por su valor histórico, no pueden ser demolidas. “Por ejemplo, las antiguas unidades de bomberos necesitan ser revisadas, al igual que un número de hospitales y escuelas”.
Este experto estima necesario armonizar normativas que, según él, caen en contradicciones. “Para alcanzar un nivel de seguridad sísmica deseable, la norma sísmica nacional obliga ahora a mantener separaciones o retiros entre estructuras, situación que por ordenanza municipal es permitida”.
Ottón Lara Montiel, ingeniero civil y expresidente de la Sociedad Ecuatoriana de Ingeniería Sísmica, sugiere “Como una forma de reducir riesgos, en la ciudad debe generalizarse el uso de aisladores sísmicos en las construcciones”.
Esta técnica, según explica, consiste en dotar a una estructura de dispositivos hechos de caucho, plomo y acero, que se pueden colocar en la cimentación o a nivel del primer piso de una edificación.
“La energía que libera un terremoto va a ser tomada por estos dispositivos y la estructura no va a sentir. Pero esta tecnología aún no se masifica en Guayaquil”, dice Lara.
También sugiere que es necesario que la ciudad trabaje más en preparar a la población sobre cómo actuar en caso de catástrofes de esta naturaleza.
“En la gente debe haber un criterio claro de qué hacer en el momento que ocurre un sismo severo, y eso creo que no está muy difundido”, afirma.
En las demás municipalidades poco o nada existe legislación al respecto, no existe una norma estandarizada al respecto.
En la próxima entrega analizare el tema de la reconstrucción, reparación, seguros, y que camino judicial debemos orientar los abogados a las víctimas de este desastre devastador.

Juan José Páez Rivadeneira.

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